28 de noviembre de 2013

Manglares del río Gambia

Tras el desayuno habitual incluido en el precio (pan, mantequilla de maní, miel local, mantequilla y café con leche o te) me dirigí a la carretera para esperar por transporte -casi una hora hasta que paró un taxi compartido- que me llevara a Gunjur (12d.). Una vez allí, sobre la marcha. subí a una mini-van (17d.) que me dejó en la estación de Brikama.
Tras casi otra hora de espera un vetusto gelle-gelle salía con destino Bintang, un pequeño poblado situado sobre un canal salado (Bintang Bolong) afluente del río Gambia, mi siguiente destino. Dos horas de trayecto –normalmente es una- debido, por un lado, a la demora al hacer una primera parada en el mercado para cargar en el techo cantidad de sacos y cajas destinada a una de las tiendas de Bintang, y por otro a cinco controles de policías durante el trayecto -en uno de ellos me pidieron el pasaporte-, con las consiguientes retenciones. Gracias a que, al ser de los primeros en llegar, pude elegir la parte delantera del vehículo, junto a otro pasajero no sufrí los calores y la desesperación de no saber que más sorpresas me podía deparar ese trayecto. Este es el mejor sitio para viajar ya que hay más espacio para sentarse. 
Para llegar a Bintang hay que salirse de la carretera principal y entrar en una más pequeña que atraviesa uno de los mayores afluentes (bolong) situados casi en la  desembocadura del río Gambia. Dependiendo de la marea habrá más o menos agua encharcada alrededor de sus manglares.
La carretera flanqueada de árboles y amplios terrenos de sembradíos acaba en esta pequeña comunidad mandinka, que no llega a mil habitantes, y se dedican principalmente a la agricultura, pesca, salinas y cultivos de ostras. Recibe también ayudas internacionales de distintos países y ONGs para el desarrollo local. Sus casas, mayoritariamente de ladrillos, se encuentran en el interior de estrechos corredores de arena y algunas protegidas por tapias con su correspondiente puerta de entrada.
Me he quedado en el Lodge Bintang Bolong (460d/con desayuno), un complejo de once bungalow dobles de madera, sobre estacas, con baño privado, al borde del manglar, al que llega el agua cuando la marea sube. La habitación tiene un balcón que se comparte con la de al lado y tiene electricidad que la conectan al atardecer. En la parte trasera hay una pequeña piscina que se llena con agua del río mediante una electro-bomba enchufada a varios paneles solares. Durante el mediodía los baños son sensacionalmente refrescantes ya que el calor es excesivo durante esas horas del día.
La atracción principal del recinto es su Restaurante con una gran terraza junto al embarcadero de madera desde donde se puede apreciar maravillosos atardeceres cuando no hay nubes. Las comidas (250d.) no están mal, aunque es algo cara para la calidad de las mismas.
El albergue ofrece una gran variedad de actividades como paseos en barco, visitas a la piscina local de cocodrilos -aunque me dijeron los vecinos que hace mucho tiempo que no se encuentran-, caminatas guiadas a través de este hermoso lugar donde explorar el entorno natural del centro de Gambia, y ser testigo directo de su vida rural. Está estrechamente integrado con la comunidad local, da empleo a sus pobladores y se invierte en escuelas y hospitales.
Las pleamares afectan a que haya marea baja o alta, y eso hace que parezca que se esté flotando, pudiendo casi tocar con los dedos el agua, que llega a subir hasta 1mt. de altura, aunque aquí es menos salada. Los peces son marinos también. Con la vaciada de marea todo el manglar queda a la vista, al igual que un sinnúmero de criaturas como las ostras que crecen pegadas a los mangles (arbustos leñosos que se desarrollan en manglares), los cangrejos de arena que hacen su vida entre el lodo cargado de plancton donde se alimentan y los agujeros donde habitan, y los pequeños peces “que caminan” mudskippers, endémicos de los manglares. Esta área es propicia para las actividades pesqueras y afines.
Solo tuve de compañeros a una pareja de británicos que habían venido a pasar una semana recorriendo parte del río Gambia. Compartimos los gastos del guía (200d. por persona) caminando por los terrenos cercanos al río en busca de la excepcional flora y fauna de sus humedales salobres. Atravesamos campos de diferentes cultivos, pequeños bosque de sabana arbolada, palmerales y bosques tropicales, una magnífica excelencia de esta belleza ribereña.
La mañana siguiente la dedicamos a navegar en canoa por el estuario salado de este afluente del río Gambia, que nace en Kolda (Senegal), recorriendo los bosques de manglares de los pequeños islotes cercanos y caminamos por la isla Three Men, donde pudimos observar su desarrollada vegetación, extrañas buganvillas africanas, baobads, Ceibaspalmeras, eucaliptos, mangos..., divisamos monos negros y blancos, cobrizos, huellas de hienas y cantidad de aves como el Águila pescadora, Cormoranes, Pelícanos, Garzas (o Ibis), Martin Pescadores (o Kingfishers), Palomas, Murciélagos….
Se llega a estar tan a gusto aquí que opté por quedarme tres días para disfrutar de toda esa agua delante de mi bungalow, y principalmente el anochecer cuando las estrellas se reflejan claramente sobre un agua en absoluta calma.
El silencio se rompe con los saltos de los peces, con los cantos de cientos de insectos que hacen vida nocturna en las marismas, o los monos y los buitres que habitan los enormes árboles Baobab, junto a las colonias de murciélagos de la fruta que se pueden ver pululando en la noche. Los amaneceres son también una gozada en su extraordinaria gama de colores anaranjados y rojos. Aunque las pocas nubes en el horizonte impedían ver una encantadora salida del sol, los colores proyectados sobre el cielo son especiales.
Unas seis tiendas sirven a todo este pequeño poblado y, aunque los precios del Lodge no son caros, se puede comprar algunos artículos de consumo como pan, conservas, refrescos, galletas, cacahuetes, helados...y de esta manera ahorrar algo en el presupuesto del viaje.
Los nativos han sido durante mucho tiempo practicantes de la pesca artesanal con trampas, redes, canastas y cercas para abastecer sus propias necesidades diarias. Las piraguas extraídas artesanalmente de los troncos del árbol Ceiba son las más utilizadas para trabajar en ello. 
La recolección de crustáceos como cangrejos y camarones, o moluscos especialmente ostras, son otra de las actividades tradicionales que todavía se lleva a cabo, siendo una fuente de ingresos en esta parte del país, pues son vendidos in situ por los propios recolectores o por vendedores a pie de calle.
Las ostras crecen en las raíces de los mangles (de hasta 3 o 4 metros de altura) que quedan al descubierto durante la marea baja. Se recolectan durante la estación seca, principalmente por las mujeres, que controlan, desde la cosecha hasta la distribución, una actividad que requiere poca inversión y les proporciona una cierta independencia financiera. Las ostras, como los cangrejos y camarones, muy ricos en minerales y vitaminas C, son un componente importante en la dieta de estas familias. Son la segunda fuente más importante de proteína después de pescado, seguido de pollo y carne de cerdo, que comen en muy contadas ocasiones por lo caro que resulta. Las ostras se asocian fácilmente con el arroz, el alimento básico, y en tiempo de escasez, incluso reemplazarlo. A nivel local, estas ostras son siempre hervidas o asadas a la plancha sobre un fuego de leña y se consumen con una salsa picante (safal). Los destinados a la venta o conserva, sin embargo, se secan al sol o son ahumados.
Los medios de subsistencia de Bintang Bolong incluyen principalmente el arroz, el Millet (o Millo Perla), el maní, el cultivo de vegetales, y animales domésticos de granja tales como gallinas, patos o cerdos que normalmente se dejan deambular libremente.
Al atardecer, con la caída del sol, los hombres se parapetan a la sombra del árbol mas recargado o se pegan a los muros donde el sol no los alcanza esperando que el muecín anuncie el momento de acudir a su pequeña mezquita blanca y ribetes verdes, de cuatro anchos minaretes en cada esquina acabadas en dos esferas y dos óvalos.
Los jóvenes juegan todas las tardes al fútbol en el terreno adyacente, los niños se reúnen entre ellos con sus juegos o van de un lado a otro, y las mujeres comienzan a preparar la comida de la noche. 
Para salir de Bintang es necesario esperar por el gelle-gelle (mini-bus) que llega a las 11 de la mañana, o coger el primero que sale a las 4, pero eso es demasiado temprano para estar esperando en la carretera principal por transporte hacia otros destinos. Lo que hice fue contactar con un vecino para que me llevara en su moto (100d.) hacia el poblado Sibaru, que se encuentra en la carretera principal, donde esperaría por transporte público que se dirige de Banjul hacia Soma, más al Norte. La oficina de la Policía es el mejor lugar para esperar por ello, y más si se hace amistad con los agentes –que son muy amables-, entonces es más probable que se pueda acceder a la enorme “guagua verde” G.T.S.C. (Gambian Transport Service Company), aunque esté completamente llena, como me ocurrió. Circulaba tan llena que los pasajeros estaban sentados hasta en el suelo. Yo fui sentado sobre la tapa del motor junto al chofer en una incómoda posición durante las dos horas y media de trayecto, por una carretera en buen estado a excepción de varios kilómetros que estaban siendo asfaltados y tuvimos que transitar por una paralela de tierra.
En Soba tan sólo esperé 15min. que se llenara un bush-taxi (25d.), y en 20min. estábamos en Yalltenda para, sobre la marcha, subir al trasbordador que cruza el río Gambia, hacia Bambatenda, en la otra orilla, abandonando así la carretera del sur para continuar viajando esta vez por la carretera del norte. En medio: el río Gambia.
Nuevamente otro taxi compartido (20d.) me llevaría a Farafeni, pero como llegamos a las dos de la tarde a su Terminal de transporte, tanto el gelle-gelle como el bush-taxi que van dirección Wassu estaban casi vacíos, esperando por más pasajeros para salir, y eso podría tardar al menos una o dos hora más. Si contaba luego con otras dos horas de trayecto a destino, la cuenta no me salía, así que, me hizo decidir que sería mejor hacer noche e intentarlo nuevamente temprano al día siguiente para poder disfrutar de un viaje seguro y calmado.
Farafeni, situada en la autopista Trans- Gambia, justo al sur de la frontera con Senegal, es una importante ciudad comercial, con un animadísimo mercado, lleno de tiendas y almacenes al borde de las dos carreteras que la atraviesa, y punto de encuentro de diversas comunidades los domingos, cuando es su gran día de mercado (Lumu).
Me quedé en el hostal AMRC (>300d.) con baño compartido, aunque las hay mucho más confortable, y caras: con climatizador, baño, o Tv. Es sencillo y amplio, situado en el campung (grupo de viviendas locales o barrio) Ballangan, donde las calles son de tierra o arena, cerca de la estación (garage) de los vehículos de transporte público que se dirigen o pasan por Wassu, mi siguiente destino.
Los vecinos y vecinas suelen estar sentado en las puertas de sus casas bajo algún árbol, charlando o arreglándose el pelo, unas a otras. También son muy amables y curiosos. Ayudan en todo, incluso me han acompañado a diversos lugares para no perderme.
Comer y beber en Farafeni es muy económico. Está lleno de bares y restaurantes locales, también al borde de la carretera. Varios restaurantes -o Takeaway-, sirven comida desde los 60d., tanto para comer ahí o para llevar.

Varias salas de televisión o de interné congrega a los más jóvenes mientras pasan el tiempo entretenidos con sus juegos.

25 de noviembre de 2013

La Costa Meridional

Por la mañana me dirigí en taxi compartido hacia Serrekunda (8d.), al Tippa Garage, para subir a un gelle-gelle que me llevaría primeramente a Gunjur (23d.) y seguidamente montaría en otro con dirección a Kartung (12d.), por la carretera Kombo Coast Road, el siguiente destino en la costa más meridional del país, casi frontera con Senegal y en la desembocadura del río Allahein (también conocido como San Pedro). Habitado mayoritariamente por musulmanes, destacan las comunidades Jolas y Mandinkas, y en menos cantidad Fulas, Serers y Karonikas. Es uno de los asentamientos más antiguos de Gambia que data de aproximadamente de 450 años.
En Kartong pasaría varios días descansando en una de sus larguísimas playas, rodeado de palmeras, casuarinas, enormes arbustos y salinas, alejado de la marea humana de "bumsters" o busca vidas, o caraduras. Me quedé en una cabaña de madera y rafia a 5mt. sobre el suelo, en Boboi Lodge (600d./desayuno), uno de los tantos “Campamentos” que hay instalados en esta parte de la costa. Se trata de un complejo bajo enormes cocoteros y una gran arboleda, a 2kms. del pueblo. Las cabañas de cemento y techos de rafia, con cama doble y baño, cuestan 1.200d.. Las comidas, a la carta, cuestan entre 225d-300d..
La tranquilidad y su alejada situación hacen del lugar un perfecto destino para disfrutar plenamente de todo este entorno natural.
A varios cientos de metros, rompen olas sobre una baja coralina. No ha habido fuerza de mar, pero el ver algunas viejas tablas de surf  tiradas entre las plantas me hace suponer que se pueden surfear olas con las condiciones de viento y fuerza de mar adecuadas.
Pasé tres días “tirado al sol” en su larguísima playa (con marea baja, en bici, se puede llegar hasta Sanyang) de arena blanca, o dorada según la zona de la misma. Al atardecer me dirigí en dos ocasiones al pueblo a cenar en algún puesto callejero y ver bailar Bukarabo (o pronunciado algo así) a casi un centenar de mujeres, casi todas Jolas (o Diolas), que en coro rodeaban al grupo musical que daba "marcha" y ritmo a las danzantes, que con frenéticos movimientos pataleaban el suelo con imposibles saltos para cualquiera que no fuera "tan" africano. De vez en cuando saltaba a danzar algún que otro hombre, igualmente con palpitantes movimientos.
Se cree que los Jolas es el pueblo que desde hace más tiempo reside en Gambia que sufrieron con más crueldad el comercio de esclavos en esta región costera entre 1.446 y 1.600. La separación geográfica y política por el río Gambia y la colonización británica les ayudó a mantener su religión tradicional (el Islam o el cristianismo a menor escala), su propio idioma y su cultura. Han estado transmitiendo su historia y creencias a través de leyendas orales, canciones y danzas tradicionales. Los hombres y mujeres viven en casas separadas hechas de banco (barro y hierba) o cemento: los hombres en casas redondas y las mujeres en rectangulares.
Aquí se puede alquilar alguna canoa de pescadores y pasear por la orilla del río Allahein, que separa Gambia de Senegal por el Este, observar a las mujeres recogiendo berberechos en la orilla del mar u ostras en los manglares, a los pescadores de río faenar con sus canoas, se puede visitar alguna pequeña comunidad de su ribera, y en el mejor de los casos localizar hipopótamos o cocodrilos. Cerca, un pequeño poblado llamado Follonko se caracteriza por tener una de las tres lagunas de Gambia con una docena de cocodrilos sagrados, entre ellos uno albino (?). Dicen que hay que quitarse los zapatos por ser lugar asociado a las ceremonias de circuncisión femenina (ablación) y que las mujeres sin hijos acuden con la esperanza de que al bañarse en sus aguas puedan concebir hijos sanos. También es popular entre los luchadores de Laamb (lucha tradicional senegalesa).
Un poco más allá, en Gunjur, hay un lugar en el que numerosas habitantes realizan los viernes en la playa sus oraciones de la tarde (por ser día sagrado de los musulmanes). Convertido en un enclave especial de oración, es frecuentado también por un jeque en particular. 
Los amantes de las aves suelen venir para disfrutar del avistamiento de Buitres, Bulbules (o ruiseñores africanos), Cálaos, Cucales senegaleses, Estorninos, Garzillas, Milanos Negros, Obispos Rojos, Pájaros Carpinteros, Palomas… Los precios de las canoas hay que lucharlos, pero por menos de 1.000d. el paseo es difícil conseguir. De ese precio para arriba cualquier cosa es posible.

Este río se comporta extrañamente cuando alcanza el océano. Acostumbrado a ver los ríos desembocando en el mar, éste no lo hace directamente ya que se divide en numerosos canales, serpentea a través de los manglares pantanosos y se disipa entre salinas que van a dar al mar.
Aunque es un proceso algo complicado muchos viajeros utilizan Kartong como paso para llegar hasta Casamance en Senegal. Antes de salir  del país se debe obtener el sellado del pasaporte por las autoridades de Gambia en la estación de policía más cercana (posiblemente en Gunjur , ya que no hay ningún funcionario en Kartong ). Para atravesar el río y llegar a la otra orilla, a no ser que haya algunos paisanos que también quieran cruzar la frontera de la misma manera, es necesario hacer serias negociaciones con el propietario de alguna piragua. Una vez en  tierra, es sólo cuestión de seguir hasta Karantaba y desde allí conseguir transporte hasta Abene, a unos 12kms. más o menos (o caminarlo en 3 horas), y otros 6Kms. hasta Kafountine por carretera.
Algunos viajeros lo han hecho a pie con una brújula siguiendo dirección sur hasta Abene pero es un poco complicado porque no hay señales. Evidentemente hay que tener experiencia en caminar a través de la selva africana. Todo es ponerse!

22 de noviembre de 2013

Gambia, No Problem!

El vuelo de la Cía. Binter hacia Banjul fue excelente. No se ocuparon todos los asientos hacia su primera escala en Praia (Cabo Verde), y tan sólo viajamos cuatro pasajeros con destino final Banjul. Entre esos se encontraban una pareja -una joven rusa y un marroquí- que iban a pasar varios días en las playas de Gambia y una semana en Senegal para luego continuar hacia Marruecos.
No es necesario tener visado de entrada al país. Se consigue un sello gratuito por 21 días en la aduana del aeropuerto, aunque luego algún que otro listillo, de los que trabajan en la Terminal, intentan dar a entender que pasando por "no se qué" oficina y previo pago de "no se cuánto" se consigue el sellado más rápido. Lo cierto es que dimos los pasaportes a la policía antes de recoger las mochilas, las pasamos por rayos-X y nos los devolvieron al salir del control de maletas. No sabíamos exactamente que tipo de sello nos pusieron hasta que lo encontré -minúsculo- en una de las hojas del mismo. Por lo tanto, el primer truco-engaño (de bienvenida) les falló.
Tras intentar sacar dalasis en varios cajeros y no conseguirlo cambié unos euros en la Oficina de Cambio (1€ = 50 Dalasis), por supuesto con peor cambio que en la ciudad, nos volvieron a rodear los "espabilados" para seguirnos hasta la parada de taxis, igualmente reclamando una propina por procurar que no nos "perdiéramos" en los 50mt. que hay hasta los taxis verdes.
En Gambia hay dos tipos de taxis: los Amarillos con rayas verdes, que son para compartir -usado por los locales-, o los Verdes, destinados para los turistas -muchísimo más caro-, y éstos son los permitidos en el parking del aeropuerto. Los precios están marcados en un desvencijado cartel y según el destino cuesta entre 500d. y 700d. hasta la costa más próxima a Banjul. En el aeropuerto éramos nosotros solos los únicos usuarios ya que no había más vuelos en ese momento, así que estábamos a disposición de ellos. Por lo tanto, no había otra opción que “trabajarnos” el precio para que nos llevaran a dos destinos diferentes y bastante distantes uno del otro (aprox.10kms.) con un coste que no fuera excesivo, pues la pareja se quedaba en Kololi y yo en Bakau, exactamente en la otra punta de la zona turística de playas.
El precio que al final conseguí pactar con el chófer fue 800d. (400d. ellos dos y 400d. yo) para realizar el reparto respectivo, e intentar que no se hiciera de noche para poder observar bien la zona donde me quería quedar. Nunca me ha gustado llegar de noche la primera vez que alcanzo un destino.
Me decidí por el Hotel Romana (400d.), muy frecuentado por los locales, por ser de los más económicos de la zona. Se encuentra al borde de la carretera del barrio Bakau. Dispone de baño, ventilador en el techo, cama doble, y fuera una cantina con sala de baile. Está mal cuidado y es algo sucio pero vale su precio. Martes-noche es su día de fiesta (50d.), cuando cantidad de locales se acercan a bailar, beber y fumar canutos como locomotoras -es delito fumar cannabis en la calle-. Y el día de mi llegada fue precisamente el martes!. Aunque estaba tan cansado que ni me importó el enorme ruido de la música y la gente desde las 10 de la noche hasta las 4 de la mañana.
Al día siguiente se celebraría la noche de Reggae en el Lama-Lama, el restaurante local que se encuentra justo al lado del Romana. Allí sí que me acerqué con Allaheldin, uno de los tantos pesadísimos buscavidas que se encuentran al acecho de los Toubabs (guiris) que pasean por las calles. Son extraordinariamente pesados, y no paran de hablar "hasta hacer fallecer a cualquiera". Nada que ver con la primera vez que visité esta parte del país. Aunque apenas nada a cambiado, quizá algunos  nuevos o los antiguos totalmente reformados.
Los jóvenes llamados Bumsters, Beach Boys o Pseudo-guías están al acecho de los turistas y no dejan en paz a nadie. Se acercan con una enorme y falsas sonrisa, como si conociera al guiri de toda la vida, y le habla y habla y habla... Tienen soluciones para todo: son guías, chulos, conseguidores, artistas, su hermano tiene cualquier tienda a la que uno se acerque... y no se separan bajo ningún pretexto. Muchos son buena gente que tiene familia que alimentar, pero otros sólo quieren alimentar su orgullo, sus vicios o presumir entre otros jóvenes que es un máquina trabajándose al toubab. Según quien sea el individuo, podría abrir muchas puertas, sobre todo de casas vecinales, avisar de posibles ceremonias, de fiestas, conseguir entender las costumbres directamente con sus explicaciones, comer o beber en los bares y restaurantes locales donde los precios son baratísimos.
Gracias a él pude conocer y comer en varias ocasiones en la casa de una señora que hace comida todas las tardes para llevar (takeaway), y beber en algunos de los bares locales cervezas a 30d., lugares que los toubabs normalmente no se acercan. Pero eso no me obligó a estar todo el día acompañado de él, aunque coincidimos en unas pocas ocasiones, pues le expliqué que yo soy muy independiente para mis movidas.
Muchos turistas sufren el acoso de estos individuos, hasta el punto de no querer repetir el viaje a este país, pero es que realmente hay que salirse de las zonas turísticas para disfrutar verdaderamente de Gambia. O no importar en absoluto lo que cuenten, seguirles el rollo y explicarles que no hay dinero para repartir!. El problema es que no se puede caminar más de 100mts. sin que otro se acerque con el mismo cuento. La historia se repite durante todo el día. Y en cualquier parte de las zonas turísticas. Aunque Gambia no es toda así.
Bakau es una zona residencial de varios miles de paisanos. No se diferencia mucho de otros barrios africanos donde me he quedado: sus calles son de arena, las casas muy deterioradas, varias tiendas de comestibles venden todo lo necesario para poder subsistir con un bajo presupuesto, aunque se trate de bocadillos de mantequilla, mayonesa (sucedáneo) o cacao, latas de conservas, agua filtrada en bolsitas de 250cl. (1,5d.) o 400cl. (2d.), café con leche (10d.) o té, refrescos (15d.),  cervezas (30d.) y los alcoholes en los bares locales a precios muy económicos.
Se halla también una pequeña sala de películas (o de partidos de fútbol) a través de Canal +, hay salas de interné (10d./h), incluso se puede comer en casa de las señoras que hacen comida para llevar -takeaway- (30d-50d./plato) pues son muy demandada por los vecinos y resulta bastante económico para ellos. También varias señoras ponen al anochecer puestos callejeros donde venden igualmente platos de Arroz, Couscous, Batatas sancochadas, Pescado frito, o Carne en salsa, Ebe (casava y pescado en salsa de pimienta), Untu (bolitas fritas de pescado triturado con casava y cebollla), Benachin (Arroz cocinado con carne o pescado, verduras y tomates) o Superkanja (mezcla de okra o gombo, pescado o carne, aceite de palma, cebolla y pimienta, hervido). Un señor con una enorme barbacoa asa piezas de pollo y cordero (20d. el envoltorio de papel) que desprende un exquisito condimentado olor.
Desayunar bocadillos (media baguette) de tortilla, de guisantes o de judías, almorzar algunas frutas y cenar "take away" de casava con judías en salsa, pollo, pescado, espaguetis..., con 100d. (2€) al día es posible.
El Mercado de Bakau, algo sucio, está situado junto a la carretera. Hay instalado un gran conglomerado de pequeños puestos que venden desde especias, verduras, legumbres, sacos de arroz de diferentes clases, productos para la casa y cocina, carnes, pescado seco y ahumado, cestas, baldes, ropa de segunda mano… hasta puestos de artesanía de diferentes calidades. Es mejor ir temprano para ver el insesante movimiento de gente en busca de pescado recién traído del mar. Junto al mercado, en la carretera principal, hay también puestos de venta de frutas y verduras: plátanos, naranjas, tomates, guayabas, manzanas y otras frutas tropicales, así como otras de producción local e importadas.
Un poco más allá se encuentra el Bakau Craft Market (Mercado de Artesanías). Aunque primeramente se estableció en Cape Point (1971) por las mujeres de la zona que lo utilizaban para poner a la venta sus propios artículos africanos hechos a mano, como collares, pulseras de hilo o máscaras, en 1999 llegó a su ubicación final junto al Hotel African Village y ahora cerca de 50 amplios puestos donde los artistas venden una gran variedad de recuerdos para turistas, como las pinturas de arena, manteles, máscaras, tambores, paños, cortinas, sábanas, batiks tintados, joyas de oro y plata y otros muchos artículos.
Casi obligado es acercarse al embarcadero/puerto pesquero donde se encuentra el mercado local de pescado, ya sea dirigiéndose a los vendedores que están junto al muelle o al borde de la carretera. Allí se puede encontrar los tan demandados puestos de pescados y camarones frescos.
En su playa de arena negra se puede observar el constante movimiento de gente en su orilla e indudablemente hay que prestar atención al retorno de las piraguas cargadas de pescado capturados tras largas horas de trabajo en alta mar. La gente se arremolina junto a las embarcaciones para su descarga. Unos para realizar la compra diaria, otros para venderlos más tarde en los mercados locales, otros para secarlos, otros para triturarlos y hacer harina con ellos y otros para depositarlos en vetustas neveras oxidadas, enfiladas horizontalmente sobre la arena, llenas de hielo que hacen de depósito para mantenerlos frescos durante el día. Un grupo de mujeres sentadas sobre improvisados taburetes fríen pescado en cacerolas para luego vender. Varias mujeres limpian el pescado en la orilla, otros van sin parar de aquí para allá cargando cestas, bolsas, o enormes pescados. El colorido al atardecer, en conjunto, es admirable.
El primer objetivo nada más llegar a este lugar fue intentar conseguir lo antes posible el visado de entrada a Senegal. He tenido que dirigirme en taxi compartido (8d.) por la mañana al Consulado Senegalés que se encuentra en el barrio Serrekunda, rellenar un formulario, dejar una foto-carnet, el pasaporte con una fotocopia, 50€, y a las 4 de la tarde regresar para recogerlo. Nada más. Así de sencillo. Aunque se puede hacer por interné desde casa, pero he leído que en ocasiones el trámite no se realiza completamente y ha habido viajeros que han tenido que pagar dos veces por el mismo procedimiento!.
Mientras esperaba por su aplicación me dirigí al Mercado de Serrekunda, un clásico entre los mercados africanos con casi 100 años de antigüedad, situado en una vibrante zona comercial. Muchísimos puestos rodean el edificio central, de dos plantas, y pequeñas tiendas en su interior que venden prácticamente de todo. Desde productos alimenticios (carnes, pescados, verduras), productos agrícolas, ropa nueva y de segunda mano, los típicos tejidos Wax de algodón estampado de multicolores dibujos que se van repitiendo –son muy populares en África y que la mayoría de la población femenina utiliza para confeccionar sus vistosos trajes-, telefonía móvil… hasta artesanía turística y local.
En Serrekunda, la segunda ciudad más grande del país debido al creciente éxodo rural, se encuentran todos los bancos, almacenes, tiendas de todo tipo y las estaciones (Garage) de mini-buses (Gelle-gelle, Tanka-tanka y mini-Van), guaguas y taxis amarillos (Bush-Taxis) compartidos que se dirigen a cualquier parte del país. Aunque las estaciones están algo separadas, se puede ir caminando de una a otra.
Lo mejor de todo es ir a las calles transitadas por los locales y parar uno de los "amarillos" que se comparte con tres pasajeros más. Cuesta 8d. para trayectos de varios kilómetros entre los barrios adyacentes como Bakau, Fajara, Kololi, Kanifeng o Serrekunda. Para largas distancias se encuentran también los Bush-Taxis compartidos, en sus "garages" correspondientes.
Los Gelle-gelles, Tanka-tankas y Vans tienen sus precios asignados, pero son mas lentos que los taxis compartidos porque hacen infinidad de paradas. Las “Guaguas Verdes” (Gambian Transport Service Company) G.T.S.C., el medio de transporte más barato y confiable del país, no tan lentas, hacen recorridos mucho más largos, de Oeste a Este ( y viceversa), con los precios establecido por el gobierno y la empresa. Aquí no hay problema que cobren más ni tampoco por las mochilas como hacen, a veces, algunos "vivos" de los minibuses o los taxis.
La tarde la terminé bebiendo unas cervezas en la terraza del hotel Leybato, en la misma playa, después de haber pateado toda la avenida Kairaba intentando que algún taxi me llevara hasta allí, ya que mi mala pronunciación de"Fajara", supongo, producía en los paisanos una cara de extrañeza, y eso que tan sólo estaba a 1.200mt. del lugar al que me quería dirigir. La vuelta a Bakau,casi oscureciendo, fue en taxi amarillo (compartido) por la carretera de la costa (8d.).
Al siguiente día tuve que dirigirme a Banjul por cuestiones bancarias y de paso pasear por sus calles para descubrir de que manera hubiera cambiado en 20 años.
Llegar a la capital es cuestión solamente de esperar el paso de cualquiera de los tantísimos minibuses (12d.) que circula por la carretera de la costa (Atlantic Road), gira por Cape Point y enfila por Old Cape Road hacia la capital.
Una vez pasada la famosa puerta de entrada a la ciudad, el enorme Arch 22 (un monumento de 114mt. de altura que conmemora el miserable golpe militar del actual Presidente del país Yahya Jammeh el 22 de julio de 1994), se llega a la Terminal de estos vehículos de transporte público, junto al Museo Nacional
Hasta la parte superior del Arcolevantado sobre ocho columnas dóricas estriadas, se puede subir (50d.) por una escalera de caracol para obtener (los días claros) unas excelentes vistas panorámica “de pájaro” de la ciudad , el puerto marítimo de Banjul y los bosques de la reserva de manglares del humedal Tambi.
Tiene tres plantas: la primera es un nivel intermedio en las columnas, la segunda es la balconada-galería que ofrece las vistas y en la planta superior hay un pequeño museo etnográfico que exhibe instrumentos agrícolas, diferentes vestuarios tradicionales, arcos y flechas de bambú, así como armas de fuego de fabricación local. También se encuentra el texto manuscrito del discurso de toma de posesión del Presidente y el taburete que utilizó para realizarlo. Al parecer este indignante monumento costó cerca de 1.000.000€, aunque sin duda alguna el resto de la ciudad necesitaba mucho más esa disparatada inversión, como sus innumerables edificios deteriorados, sus calles sin asfaltar o levantadas por obras sin terminar, o las alcantarillas que continúan aún abiertas.
Caminar pausadamente hacia el corazón de la ciudad, donde se encuentra su bullicioso Mercado Albert, es atravesar innumerables almacenes y tiendas que venden infinidad de artículos para el hogar a precios mucho más barato de lo que se venden en Europa, siempre que se negocie a la baja en al menos un 50% del precio de venta -claro está-. Varios bancos importantes que se han instalado en la capital tienen cajeros automáticos pero ninguno de ellos acepta otras tarjetas internacionales que no sea la Visa. Sus calles adyacentes están llenas de tiendas de artesanía local, batiks, joyería de plata, ropa, zapatos, frutas y verduras.
Banjul, una sucia ciudad portuaria ubicada sobre la isla Santa María en la desembocadura del río Gambia ha hecho que su puerto la convirtiera en el centro administrativo y económico de la nación. Es la capital y la ciudad más grande del país aunque menos habitada que Serrekunda que es la segunda mas grande. 
El Albert Market es el mercado más importante de la ciudad. Es un centro enérgico, bullicioso, esplendoroso e intrincado con una gran selección de productos frescos, de telas de vivos diseños, máscaras de madera talladas dentro de un laberinto de callejones y cientos de desvencijados puestos. Su enorme tamaño lo hace que sea sorprendente y haya mucho donde elegir. Está abierto de 8am a 7pm. 
Se trata realmente de 3 mercados diferentes en sí mismo: el mercado mayorista y minorista, que vende de todo, desde ropa hasta hardware; el mercado de productos alimenticios como frutas, verduras, legumbres, pescado, carne, alimentos secos...; y los puestos más demandados por los visitantes: los turísticos y de artesanías.
La orilla del río está a sólo unos metros de distancia detrás del mercado y es un mundo completamente diferente donde multitud de gente con sus bártulos esperan ser transportados por las piraguas o las enormes pateras que atraviesan el estuario a sus destinos, los grandes transbordadores van y vienen sin cesar hacia la otra orilla con vehículos y más pasajeros, y mini comunidades viviendo en sus márgenes en cochambrosas viviendas.
Aquellos que deseen cruzar el estuario hacia Barra Point para continuar el trayecto hacia la frontera de Senegal tienen que dirigirse a la Terminal del Ferry que se encuentra un poco más allá, en el casco antiguo. 
Más de 3.500 expatriados (no africanos) viven en Gambia, incluyendo europeos y una importante cantidad de familias de origen libanés.
Gambia se extiende desde el Océano Atlántico hacia el este. Es el segundo país africano más pequeño después de las Seychelles.
Los cuatro días que estuve en este lugar dio para poco ya que lo pasé muy mal debido a la puta tarjeta Visa que me fallaba en todos los cajeros. Tuve que hacer una llamada internacional al banco para comprobar que la tengo bloqueada, sin motivo alguno, desde febrero!!. Gracias a que también viajo con algo de efectivo he podido conseguir Dalasis. La tarjeta MasterCard no sirve para los cajeros en toda Gambia, así que tendré que tirar de los 550€ que dispongo, siempre pensando que debo tener al menos 250€ al llegar a Senegal, por si allí me fallara también la MC, por el motivo que sea. De momento se me ha jodido el vivir holgadamente en Gambia y debo controlar mucho que ese pequeño presupuesto que me queda no se me vaya de las manos. Por lo tanto 300€ será lo que aproximadamente gastaré en 16 días.
La vuelta a Bakau nuevamente la hice en tanka-tanka desde su terminal, una vez paseado por toda la ciudad y recordando los lugares visitados la anterior vez.
La última vez que estuve aquí, hace veinte años era un gran lugar para visitar, con el lema nacional de "No Problem!” (Gambia, no hay problema!) siendo sinceramente merecido. Todo el mundo estaba contento con sus recursos, la economía parecía estar en el camino correcto y todo marchaba muy bien. Desde entonces, el déspota Jammeh ha hecho todo lo que estaba en sus manos para destruir toda la riqueza de sus “indeseables”, llevando al país a un hundimiento cultural y financiero, mientras llenaba sus propias arcas en bancos suizos. Ha sido un despreciable tirano que ha detonado lo mejor del país. El resultado para el turista ahora es una infraestructura que se tambalea y una población abocada a la pobreza y a intentar en todo lo posible estafar a la gente que vienen a descansar a sus playas.
Aunque hay que salir fuera de las ciudades grandes para encontrar la parte más amable de este hermoso país: una amplia variedad de afables grupos étnicos que viven en absoluta armonía sin fricción intertribal, cada uno conservando su propia lengua y tradiciones.

15 de noviembre de 2013

Billete de Última Hora

Durante algunos días he estado rastreando por interné las diferentes opciones de Ofertas que por estas fechas suelen hacer las compañías aéreas pero ha sido dificilísimo encontrar alguna. Todas superan los 500€ y de momento no hay nada interesante. Ni si quiera para el Sud-Este de Asia.
Así que, aprovechando que la Cia. Aérea Binter Canarias comienza a realizar vuelos internacionales entre Cabo Verde, Gambia y Senegal, me decido por lo más cercano, pues dispongo de algo más de un mes para disfrutar del resto de días libres que me quedan. Aunque sus precios no son nada económicos para lo próximo que se encuentran estos países, apenas una hora (Cabo Verde) o dos horas (Gambia o Senegal) de trayecto aéreo.
Me parece un buen plan viajar a través de Gambia y Senegal, comenzando por Banjul y regresando por Dakar. Me quedaré primeramente en alguna playa tranquila alejada del turismo de masa que hasta aquí llega e iré remontando a través del Río Gambia por algunas aldeas en su ribera; intentaré navegar en canoa por sus aguas -si encuentro más gente con la que compartir los gastos- en busca de algunos de sus parajes más naturales; seguiré hasta el Este para cruzar la frontera con Senegal y estaré unos días caminando por sus montes, intentando llegar hasta algunas de sus comunidades más orientales –al Sureste-, en País Bedik o en País Bassari, cerca de Guinea, y disfrutar de algunas Cascadas próximas; bajaría hacia Casamance para recrearme en su espléndida región, ahora que está la cosa mucho más tranquila tras años de enfrentamientos entre la guerrilla y el gobierno central, y desde allí viajar en ferry hacia Dakar, la capital, para pasar los últimos días en las playas de N'gor -destino surfero-, para procurar coger algunas olas también cercanas. Como no llevo tabla, la intentaré alquilar allí, que hay un Surf Camp.
Apenas he tenido tiempo de prepararlo todo, así que la información que dispongo es la que recopilé hace unos 20 años, cuando estuve por aquella zona -principalmente la costa senegalesa- cogiendo buenas olas. Un poco de búsqueda por interné acerca de los precios y qué lugares son más seguros para visitar, me hace decidir sin duda alguna por este destino.
Todo se andará.
Insha'Allah.