22 de noviembre de 2013

Gambia, No Problem!

El vuelo de la Cía. Binter hacia Banjul fue excelente. No se ocuparon todos los asientos hacia su primera escala en Praia (Cabo Verde), y tan sólo viajamos cuatro pasajeros con destino final Banjul. Entre esos se encontraban una pareja -una joven rusa y un marroquí- que iban a pasar varios días en las playas de Gambia y una semana en Senegal para luego continuar hacia Marruecos.
No es necesario tener visado de entrada al país. Se consigue un sello gratuito por 21 días en la aduana del aeropuerto, aunque luego algún que otro listillo, de los que trabajan en la Terminal, intentan dar a entender que pasando por "no se qué" oficina y previo pago de "no se cuánto" se consigue el sellado más rápido. Lo cierto es que dimos los pasaportes a la policía antes de recoger las mochilas, las pasamos por rayos-X y nos los devolvieron al salir del control de maletas. No sabíamos exactamente que tipo de sello nos pusieron hasta que lo encontré -minúsculo- en una de las hojas del mismo. Por lo tanto, el primer truco-engaño (de bienvenida) les falló.
Tras intentar sacar dalasis en varios cajeros y no conseguirlo cambié unos euros en la Oficina de Cambio (1€ = 50 Dalasis), por supuesto con peor cambio que en la ciudad, nos volvieron a rodear los "espabilados" para seguirnos hasta la parada de taxis, igualmente reclamando una propina por procurar que no nos "perdiéramos" en los 50mt. que hay hasta los taxis verdes.
En Gambia hay dos tipos de taxis: los Amarillos con rayas verdes, que son para compartir -usado por los locales-, o los Verdes, destinados para los turistas -muchísimo más caro-, y éstos son los permitidos en el parking del aeropuerto. Los precios están marcados en un desvencijado cartel y según el destino cuesta entre 500d. y 700d. hasta la costa más próxima a Banjul. En el aeropuerto éramos nosotros solos los únicos usuarios ya que no había más vuelos en ese momento, así que estábamos a disposición de ellos. Por lo tanto, no había otra opción que “trabajarnos” el precio para que nos llevaran a dos destinos diferentes y bastante distantes uno del otro (aprox.10kms.) con un coste que no fuera excesivo, pues la pareja se quedaba en Kololi y yo en Bakau, exactamente en la otra punta de la zona turística de playas.
El precio que al final conseguí pactar con el chófer fue 800d. (400d. ellos dos y 400d. yo) para realizar el reparto respectivo, e intentar que no se hiciera de noche para poder observar bien la zona donde me quería quedar. Nunca me ha gustado llegar de noche la primera vez que alcanzo un destino.
Me decidí por el Hotel Romana (400d.), muy frecuentado por los locales, por ser de los más económicos de la zona. Se encuentra al borde de la carretera del barrio Bakau. Dispone de baño, ventilador en el techo, cama doble, y fuera una cantina con sala de baile. Está mal cuidado y es algo sucio pero vale su precio. Martes-noche es su día de fiesta (50d.), cuando cantidad de locales se acercan a bailar, beber y fumar canutos como locomotoras -es delito fumar cannabis en la calle-. Y el día de mi llegada fue precisamente el martes!. Aunque estaba tan cansado que ni me importó el enorme ruido de la música y la gente desde las 10 de la noche hasta las 4 de la mañana.
Al día siguiente se celebraría la noche de Reggae en el Lama-Lama, el restaurante local que se encuentra justo al lado del Romana. Allí sí que me acerqué con Allaheldin, uno de los tantos pesadísimos buscavidas que se encuentran al acecho de los Toubabs (guiris) que pasean por las calles. Son extraordinariamente pesados, y no paran de hablar "hasta hacer fallecer a cualquiera". Nada que ver con la primera vez que visité esta parte del país. Aunque apenas nada a cambiado, quizá algunos  nuevos o los antiguos totalmente reformados.
Los jóvenes llamados Bumsters, Beach Boys o Pseudo-guías están al acecho de los turistas y no dejan en paz a nadie. Se acercan con una enorme y falsas sonrisa, como si conociera al guiri de toda la vida, y le habla y habla y habla... Tienen soluciones para todo: son guías, chulos, conseguidores, artistas, su hermano tiene cualquier tienda a la que uno se acerque... y no se separan bajo ningún pretexto. Muchos son buena gente que tiene familia que alimentar, pero otros sólo quieren alimentar su orgullo, sus vicios o presumir entre otros jóvenes que es un máquina trabajándose al toubab. Según quien sea el individuo, podría abrir muchas puertas, sobre todo de casas vecinales, avisar de posibles ceremonias, de fiestas, conseguir entender las costumbres directamente con sus explicaciones, comer o beber en los bares y restaurantes locales donde los precios son baratísimos.
Gracias a él pude conocer y comer en varias ocasiones en la casa de una señora que hace comida todas las tardes para llevar (takeaway), y beber en algunos de los bares locales cervezas a 30d., lugares que los toubabs normalmente no se acercan. Pero eso no me obligó a estar todo el día acompañado de él, aunque coincidimos en unas pocas ocasiones, pues le expliqué que yo soy muy independiente para mis movidas.
Muchos turistas sufren el acoso de estos individuos, hasta el punto de no querer repetir el viaje a este país, pero es que realmente hay que salirse de las zonas turísticas para disfrutar verdaderamente de Gambia. O no importar en absoluto lo que cuenten, seguirles el rollo y explicarles que no hay dinero para repartir!. El problema es que no se puede caminar más de 100mts. sin que otro se acerque con el mismo cuento. La historia se repite durante todo el día. Y en cualquier parte de las zonas turísticas. Aunque Gambia no es toda así.
Bakau es una zona residencial de varios miles de paisanos. No se diferencia mucho de otros barrios africanos donde me he quedado: sus calles son de arena, las casas muy deterioradas, varias tiendas de comestibles venden todo lo necesario para poder subsistir con un bajo presupuesto, aunque se trate de bocadillos de mantequilla, mayonesa (sucedáneo) o cacao, latas de conservas, agua filtrada en bolsitas de 250cl. (1,5d.) o 400cl. (2d.), café con leche (10d.) o té, refrescos (15d.),  cervezas (30d.) y los alcoholes en los bares locales a precios muy económicos.
Se halla también una pequeña sala de películas (o de partidos de fútbol) a través de Canal +, hay salas de interné (10d./h), incluso se puede comer en casa de las señoras que hacen comida para llevar -takeaway- (30d-50d./plato) pues son muy demandada por los vecinos y resulta bastante económico para ellos. También varias señoras ponen al anochecer puestos callejeros donde venden igualmente platos de Arroz, Couscous, Batatas sancochadas, Pescado frito, o Carne en salsa, Ebe (casava y pescado en salsa de pimienta), Untu (bolitas fritas de pescado triturado con casava y cebollla), Benachin (Arroz cocinado con carne o pescado, verduras y tomates) o Superkanja (mezcla de okra o gombo, pescado o carne, aceite de palma, cebolla y pimienta, hervido). Un señor con una enorme barbacoa asa piezas de pollo y cordero (20d. el envoltorio de papel) que desprende un exquisito condimentado olor.
Desayunar bocadillos (media baguette) de tortilla, de guisantes o de judías, almorzar algunas frutas y cenar "take away" de casava con judías en salsa, pollo, pescado, espaguetis..., con 100d. (2€) al día es posible.
El Mercado de Bakau, algo sucio, está situado junto a la carretera. Hay instalado un gran conglomerado de pequeños puestos que venden desde especias, verduras, legumbres, sacos de arroz de diferentes clases, productos para la casa y cocina, carnes, pescado seco y ahumado, cestas, baldes, ropa de segunda mano… hasta puestos de artesanía de diferentes calidades. Es mejor ir temprano para ver el insesante movimiento de gente en busca de pescado recién traído del mar. Junto al mercado, en la carretera principal, hay también puestos de venta de frutas y verduras: plátanos, naranjas, tomates, guayabas, manzanas y otras frutas tropicales, así como otras de producción local e importadas.
Un poco más allá se encuentra el Bakau Craft Market (Mercado de Artesanías). Aunque primeramente se estableció en Cape Point (1971) por las mujeres de la zona que lo utilizaban para poner a la venta sus propios artículos africanos hechos a mano, como collares, pulseras de hilo o máscaras, en 1999 llegó a su ubicación final junto al Hotel African Village y ahora cerca de 50 amplios puestos donde los artistas venden una gran variedad de recuerdos para turistas, como las pinturas de arena, manteles, máscaras, tambores, paños, cortinas, sábanas, batiks tintados, joyas de oro y plata y otros muchos artículos.
Casi obligado es acercarse al embarcadero/puerto pesquero donde se encuentra el mercado local de pescado, ya sea dirigiéndose a los vendedores que están junto al muelle o al borde de la carretera. Allí se puede encontrar los tan demandados puestos de pescados y camarones frescos.
En su playa de arena negra se puede observar el constante movimiento de gente en su orilla e indudablemente hay que prestar atención al retorno de las piraguas cargadas de pescado capturados tras largas horas de trabajo en alta mar. La gente se arremolina junto a las embarcaciones para su descarga. Unos para realizar la compra diaria, otros para venderlos más tarde en los mercados locales, otros para secarlos, otros para triturarlos y hacer harina con ellos y otros para depositarlos en vetustas neveras oxidadas, enfiladas horizontalmente sobre la arena, llenas de hielo que hacen de depósito para mantenerlos frescos durante el día. Un grupo de mujeres sentadas sobre improvisados taburetes fríen pescado en cacerolas para luego vender. Varias mujeres limpian el pescado en la orilla, otros van sin parar de aquí para allá cargando cestas, bolsas, o enormes pescados. El colorido al atardecer, en conjunto, es admirable.
El primer objetivo nada más llegar a este lugar fue intentar conseguir lo antes posible el visado de entrada a Senegal. He tenido que dirigirme en taxi compartido (8d.) por la mañana al Consulado Senegalés que se encuentra en el barrio Serrekunda, rellenar un formulario, dejar una foto-carnet, el pasaporte con una fotocopia, 50€, y a las 4 de la tarde regresar para recogerlo. Nada más. Así de sencillo. Aunque se puede hacer por interné desde casa, pero he leído que en ocasiones el trámite no se realiza completamente y ha habido viajeros que han tenido que pagar dos veces por el mismo procedimiento!.
Mientras esperaba por su aplicación me dirigí al Mercado de Serrekunda, un clásico entre los mercados africanos con casi 100 años de antigüedad, situado en una vibrante zona comercial. Muchísimos puestos rodean el edificio central, de dos plantas, y pequeñas tiendas en su interior que venden prácticamente de todo. Desde productos alimenticios (carnes, pescados, verduras), productos agrícolas, ropa nueva y de segunda mano, los típicos tejidos Wax de algodón estampado de multicolores dibujos que se van repitiendo –son muy populares en África y que la mayoría de la población femenina utiliza para confeccionar sus vistosos trajes-, telefonía móvil… hasta artesanía turística y local.
En Serrekunda, la segunda ciudad más grande del país debido al creciente éxodo rural, se encuentran todos los bancos, almacenes, tiendas de todo tipo y las estaciones (Garage) de mini-buses (Gelle-gelle, Tanka-tanka y mini-Van), guaguas y taxis amarillos (Bush-Taxis) compartidos que se dirigen a cualquier parte del país. Aunque las estaciones están algo separadas, se puede ir caminando de una a otra.
Lo mejor de todo es ir a las calles transitadas por los locales y parar uno de los "amarillos" que se comparte con tres pasajeros más. Cuesta 8d. para trayectos de varios kilómetros entre los barrios adyacentes como Bakau, Fajara, Kololi, Kanifeng o Serrekunda. Para largas distancias se encuentran también los Bush-Taxis compartidos, en sus "garages" correspondientes.
Los Gelle-gelles, Tanka-tankas y Vans tienen sus precios asignados, pero son mas lentos que los taxis compartidos porque hacen infinidad de paradas. Las “Guaguas Verdes” (Gambian Transport Service Company) G.T.S.C., el medio de transporte más barato y confiable del país, no tan lentas, hacen recorridos mucho más largos, de Oeste a Este ( y viceversa), con los precios establecido por el gobierno y la empresa. Aquí no hay problema que cobren más ni tampoco por las mochilas como hacen, a veces, algunos "vivos" de los minibuses o los taxis.
La tarde la terminé bebiendo unas cervezas en la terraza del hotel Leybato, en la misma playa, después de haber pateado toda la avenida Kairaba intentando que algún taxi me llevara hasta allí, ya que mi mala pronunciación de"Fajara", supongo, producía en los paisanos una cara de extrañeza, y eso que tan sólo estaba a 1.200mt. del lugar al que me quería dirigir. La vuelta a Bakau,casi oscureciendo, fue en taxi amarillo (compartido) por la carretera de la costa (8d.).
Al siguiente día tuve que dirigirme a Banjul por cuestiones bancarias y de paso pasear por sus calles para descubrir de que manera hubiera cambiado en 20 años.
Llegar a la capital es cuestión solamente de esperar el paso de cualquiera de los tantísimos minibuses (12d.) que circula por la carretera de la costa (Atlantic Road), gira por Cape Point y enfila por Old Cape Road hacia la capital.
Una vez pasada la famosa puerta de entrada a la ciudad, el enorme Arch 22 (un monumento de 114mt. de altura que conmemora el miserable golpe militar del actual Presidente del país Yahya Jammeh el 22 de julio de 1994), se llega a la Terminal de estos vehículos de transporte público, junto al Museo Nacional
Hasta la parte superior del Arcolevantado sobre ocho columnas dóricas estriadas, se puede subir (50d.) por una escalera de caracol para obtener (los días claros) unas excelentes vistas panorámica “de pájaro” de la ciudad , el puerto marítimo de Banjul y los bosques de la reserva de manglares del humedal Tambi.
Tiene tres plantas: la primera es un nivel intermedio en las columnas, la segunda es la balconada-galería que ofrece las vistas y en la planta superior hay un pequeño museo etnográfico que exhibe instrumentos agrícolas, diferentes vestuarios tradicionales, arcos y flechas de bambú, así como armas de fuego de fabricación local. También se encuentra el texto manuscrito del discurso de toma de posesión del Presidente y el taburete que utilizó para realizarlo. Al parecer este indignante monumento costó cerca de 1.000.000€, aunque sin duda alguna el resto de la ciudad necesitaba mucho más esa disparatada inversión, como sus innumerables edificios deteriorados, sus calles sin asfaltar o levantadas por obras sin terminar, o las alcantarillas que continúan aún abiertas.
Caminar pausadamente hacia el corazón de la ciudad, donde se encuentra su bullicioso Mercado Albert, es atravesar innumerables almacenes y tiendas que venden infinidad de artículos para el hogar a precios mucho más barato de lo que se venden en Europa, siempre que se negocie a la baja en al menos un 50% del precio de venta -claro está-. Varios bancos importantes que se han instalado en la capital tienen cajeros automáticos pero ninguno de ellos acepta otras tarjetas internacionales que no sea la Visa. Sus calles adyacentes están llenas de tiendas de artesanía local, batiks, joyería de plata, ropa, zapatos, frutas y verduras.
Banjul, una sucia ciudad portuaria ubicada sobre la isla Santa María en la desembocadura del río Gambia ha hecho que su puerto la convirtiera en el centro administrativo y económico de la nación. Es la capital y la ciudad más grande del país aunque menos habitada que Serrekunda que es la segunda mas grande. 
El Albert Market es el mercado más importante de la ciudad. Es un centro enérgico, bullicioso, esplendoroso e intrincado con una gran selección de productos frescos, de telas de vivos diseños, máscaras de madera talladas dentro de un laberinto de callejones y cientos de desvencijados puestos. Su enorme tamaño lo hace que sea sorprendente y haya mucho donde elegir. Está abierto de 8am a 7pm. 
Se trata realmente de 3 mercados diferentes en sí mismo: el mercado mayorista y minorista, que vende de todo, desde ropa hasta hardware; el mercado de productos alimenticios como frutas, verduras, legumbres, pescado, carne, alimentos secos...; y los puestos más demandados por los visitantes: los turísticos y de artesanías.
La orilla del río está a sólo unos metros de distancia detrás del mercado y es un mundo completamente diferente donde multitud de gente con sus bártulos esperan ser transportados por las piraguas o las enormes pateras que atraviesan el estuario a sus destinos, los grandes transbordadores van y vienen sin cesar hacia la otra orilla con vehículos y más pasajeros, y mini comunidades viviendo en sus márgenes en cochambrosas viviendas.
Aquellos que deseen cruzar el estuario hacia Barra Point para continuar el trayecto hacia la frontera de Senegal tienen que dirigirse a la Terminal del Ferry que se encuentra un poco más allá, en el casco antiguo. 
Más de 3.500 expatriados (no africanos) viven en Gambia, incluyendo europeos y una importante cantidad de familias de origen libanés.
Gambia se extiende desde el Océano Atlántico hacia el este. Es el segundo país africano más pequeño después de las Seychelles.
Los cuatro días que estuve en este lugar dio para poco ya que lo pasé muy mal debido a la puta tarjeta Visa que me fallaba en todos los cajeros. Tuve que hacer una llamada internacional al banco para comprobar que la tengo bloqueada, sin motivo alguno, desde febrero!!. Gracias a que también viajo con algo de efectivo he podido conseguir Dalasis. La tarjeta MasterCard no sirve para los cajeros en toda Gambia, así que tendré que tirar de los 550€ que dispongo, siempre pensando que debo tener al menos 250€ al llegar a Senegal, por si allí me fallara también la MC, por el motivo que sea. De momento se me ha jodido el vivir holgadamente en Gambia y debo controlar mucho que ese pequeño presupuesto que me queda no se me vaya de las manos. Por lo tanto 300€ será lo que aproximadamente gastaré en 16 días.
La vuelta a Bakau nuevamente la hice en tanka-tanka desde su terminal, una vez paseado por toda la ciudad y recordando los lugares visitados la anterior vez.
La última vez que estuve aquí, hace veinte años era un gran lugar para visitar, con el lema nacional de "No Problem!” (Gambia, no hay problema!) siendo sinceramente merecido. Todo el mundo estaba contento con sus recursos, la economía parecía estar en el camino correcto y todo marchaba muy bien. Desde entonces, el déspota Jammeh ha hecho todo lo que estaba en sus manos para destruir toda la riqueza de sus “indeseables”, llevando al país a un hundimiento cultural y financiero, mientras llenaba sus propias arcas en bancos suizos. Ha sido un despreciable tirano que ha detonado lo mejor del país. El resultado para el turista ahora es una infraestructura que se tambalea y una población abocada a la pobreza y a intentar en todo lo posible estafar a la gente que vienen a descansar a sus playas.
Aunque hay que salir fuera de las ciudades grandes para encontrar la parte más amable de este hermoso país: una amplia variedad de afables grupos étnicos que viven en absoluta armonía sin fricción intertribal, cada uno conservando su propia lengua y tradiciones.