28 de noviembre de 2013

Manglares del río Gambia

Tras el desayuno habitual incluido en el precio (pan, mantequilla de maní, miel local, mantequilla y café con leche o te) me dirigí a la carretera para esperar por transporte -casi una hora hasta que paró un taxi compartido- que me llevara a Gunjur (12d.). Una vez allí, sobre la marcha. subí a una mini-van (17d.) que me dejó en la estación de Brikama.
Tras casi otra hora de espera un vetusto gelle-gelle salía con destino Bintang, un pequeño poblado situado sobre un canal salado (Bintang Bolong) afluente del río Gambia, mi siguiente destino. Dos horas de trayecto –normalmente es una- debido, por un lado, a la demora al hacer una primera parada en el mercado para cargar en el techo cantidad de sacos y cajas destinada a una de las tiendas de Bintang, y por otro a cinco controles de policías durante el trayecto -en uno de ellos me pidieron el pasaporte-, con las consiguientes retenciones. Gracias a que, al ser de los primeros en llegar, pude elegir la parte delantera del vehículo, junto a otro pasajero no sufrí los calores y la desesperación de no saber que más sorpresas me podía deparar ese trayecto. Este es el mejor sitio para viajar ya que hay más espacio para sentarse. 
Para llegar a Bintang hay que salirse de la carretera principal y entrar en una más pequeña que atraviesa uno de los mayores afluentes (bolong) situados casi en la  desembocadura del río Gambia. Dependiendo de la marea habrá más o menos agua encharcada alrededor de sus manglares.
La carretera flanqueada de árboles y amplios terrenos de sembradíos acaba en esta pequeña comunidad mandinka, que no llega a mil habitantes, y se dedican principalmente a la agricultura, pesca, salinas y cultivos de ostras. Recibe también ayudas internacionales de distintos países y ONGs para el desarrollo local. Sus casas, mayoritariamente de ladrillos, se encuentran en el interior de estrechos corredores de arena y algunas protegidas por tapias con su correspondiente puerta de entrada.
Me he quedado en el Lodge Bintang Bolong (460d/con desayuno), un complejo de once bungalow dobles de madera, sobre estacas, con baño privado, al borde del manglar, al que llega el agua cuando la marea sube. La habitación tiene un balcón que se comparte con la de al lado y tiene electricidad que la conectan al atardecer. En la parte trasera hay una pequeña piscina que se llena con agua del río mediante una electro-bomba enchufada a varios paneles solares. Durante el mediodía los baños son sensacionalmente refrescantes ya que el calor es excesivo durante esas horas del día.
La atracción principal del recinto es su Restaurante con una gran terraza junto al embarcadero de madera desde donde se puede apreciar maravillosos atardeceres cuando no hay nubes. Las comidas (250d.) no están mal, aunque es algo cara para la calidad de las mismas.
El albergue ofrece una gran variedad de actividades como paseos en barco, visitas a la piscina local de cocodrilos -aunque me dijeron los vecinos que hace mucho tiempo que no se encuentran-, caminatas guiadas a través de este hermoso lugar donde explorar el entorno natural del centro de Gambia, y ser testigo directo de su vida rural. Está estrechamente integrado con la comunidad local, da empleo a sus pobladores y se invierte en escuelas y hospitales.
Las pleamares afectan a que haya marea baja o alta, y eso hace que parezca que se esté flotando, pudiendo casi tocar con los dedos el agua, que llega a subir hasta 1mt. de altura, aunque aquí es menos salada. Los peces son marinos también. Con la vaciada de marea todo el manglar queda a la vista, al igual que un sinnúmero de criaturas como las ostras que crecen pegadas a los mangles (arbustos leñosos que se desarrollan en manglares), los cangrejos de arena que hacen su vida entre el lodo cargado de plancton donde se alimentan y los agujeros donde habitan, y los pequeños peces “que caminan” mudskippers, endémicos de los manglares. Esta área es propicia para las actividades pesqueras y afines.
Solo tuve de compañeros a una pareja de británicos que habían venido a pasar una semana recorriendo parte del río Gambia. Compartimos los gastos del guía (200d. por persona) caminando por los terrenos cercanos al río en busca de la excepcional flora y fauna de sus humedales salobres. Atravesamos campos de diferentes cultivos, pequeños bosque de sabana arbolada, palmerales y bosques tropicales, una magnífica excelencia de esta belleza ribereña.
La mañana siguiente la dedicamos a navegar en canoa por el estuario salado de este afluente del río Gambia, que nace en Kolda (Senegal), recorriendo los bosques de manglares de los pequeños islotes cercanos y caminamos por la isla Three Men, donde pudimos observar su desarrollada vegetación, extrañas buganvillas africanas, baobads, Ceibaspalmeras, eucaliptos, mangos..., divisamos monos negros y blancos, cobrizos, huellas de hienas y cantidad de aves como el Águila pescadora, Cormoranes, Pelícanos, Garzas (o Ibis), Martin Pescadores (o Kingfishers), Palomas, Murciélagos….
Se llega a estar tan a gusto aquí que opté por quedarme tres días para disfrutar de toda esa agua delante de mi bungalow, y principalmente el anochecer cuando las estrellas se reflejan claramente sobre un agua en absoluta calma.
El silencio se rompe con los saltos de los peces, con los cantos de cientos de insectos que hacen vida nocturna en las marismas, o los monos y los buitres que habitan los enormes árboles Baobab, junto a las colonias de murciélagos de la fruta que se pueden ver pululando en la noche. Los amaneceres son también una gozada en su extraordinaria gama de colores anaranjados y rojos. Aunque las pocas nubes en el horizonte impedían ver una encantadora salida del sol, los colores proyectados sobre el cielo son especiales.
Unas seis tiendas sirven a todo este pequeño poblado y, aunque los precios del Lodge no son caros, se puede comprar algunos artículos de consumo como pan, conservas, refrescos, galletas, cacahuetes, helados...y de esta manera ahorrar algo en el presupuesto del viaje.
Los nativos han sido durante mucho tiempo practicantes de la pesca artesanal con trampas, redes, canastas y cercas para abastecer sus propias necesidades diarias. Las piraguas extraídas artesanalmente de los troncos del árbol Ceiba son las más utilizadas para trabajar en ello. 
La recolección de crustáceos como cangrejos y camarones, o moluscos especialmente ostras, son otra de las actividades tradicionales que todavía se lleva a cabo, siendo una fuente de ingresos en esta parte del país, pues son vendidos in situ por los propios recolectores o por vendedores a pie de calle.
Las ostras crecen en las raíces de los mangles (de hasta 3 o 4 metros de altura) que quedan al descubierto durante la marea baja. Se recolectan durante la estación seca, principalmente por las mujeres, que controlan, desde la cosecha hasta la distribución, una actividad que requiere poca inversión y les proporciona una cierta independencia financiera. Las ostras, como los cangrejos y camarones, muy ricos en minerales y vitaminas C, son un componente importante en la dieta de estas familias. Son la segunda fuente más importante de proteína después de pescado, seguido de pollo y carne de cerdo, que comen en muy contadas ocasiones por lo caro que resulta. Las ostras se asocian fácilmente con el arroz, el alimento básico, y en tiempo de escasez, incluso reemplazarlo. A nivel local, estas ostras son siempre hervidas o asadas a la plancha sobre un fuego de leña y se consumen con una salsa picante (safal). Los destinados a la venta o conserva, sin embargo, se secan al sol o son ahumados.
Los medios de subsistencia de Bintang Bolong incluyen principalmente el arroz, el Millet (o Millo Perla), el maní, el cultivo de vegetales, y animales domésticos de granja tales como gallinas, patos o cerdos que normalmente se dejan deambular libremente.
Al atardecer, con la caída del sol, los hombres se parapetan a la sombra del árbol mas recargado o se pegan a los muros donde el sol no los alcanza esperando que el muecín anuncie el momento de acudir a su pequeña mezquita blanca y ribetes verdes, de cuatro anchos minaretes en cada esquina acabadas en dos esferas y dos óvalos.
Los jóvenes juegan todas las tardes al fútbol en el terreno adyacente, los niños se reúnen entre ellos con sus juegos o van de un lado a otro, y las mujeres comienzan a preparar la comida de la noche. 
Para salir de Bintang es necesario esperar por el gelle-gelle (mini-bus) que llega a las 11 de la mañana, o coger el primero que sale a las 4, pero eso es demasiado temprano para estar esperando en la carretera principal por transporte hacia otros destinos. Lo que hice fue contactar con un vecino para que me llevara en su moto (100d.) hacia el poblado Sibaru, que se encuentra en la carretera principal, donde esperaría por transporte público que se dirige de Banjul hacia Soma, más al Norte. La oficina de la Policía es el mejor lugar para esperar por ello, y más si se hace amistad con los agentes –que son muy amables-, entonces es más probable que se pueda acceder a la enorme “guagua verde” G.T.S.C. (Gambian Transport Service Company), aunque esté completamente llena, como me ocurrió. Circulaba tan llena que los pasajeros estaban sentados hasta en el suelo. Yo fui sentado sobre la tapa del motor junto al chofer en una incómoda posición durante las dos horas y media de trayecto, por una carretera en buen estado a excepción de varios kilómetros que estaban siendo asfaltados y tuvimos que transitar por una paralela de tierra.
En Soba tan sólo esperé 15min. que se llenara un bush-taxi (25d.), y en 20min. estábamos en Yalltenda para, sobre la marcha, subir al trasbordador que cruza el río Gambia, hacia Bambatenda, en la otra orilla, abandonando así la carretera del sur para continuar viajando esta vez por la carretera del norte. En medio: el río Gambia.
Nuevamente otro taxi compartido (20d.) me llevaría a Farafeni, pero como llegamos a las dos de la tarde a su Terminal de transporte, tanto el gelle-gelle como el bush-taxi que van dirección Wassu estaban casi vacíos, esperando por más pasajeros para salir, y eso podría tardar al menos una o dos hora más. Si contaba luego con otras dos horas de trayecto a destino, la cuenta no me salía, así que, me hizo decidir que sería mejor hacer noche e intentarlo nuevamente temprano al día siguiente para poder disfrutar de un viaje seguro y calmado.
Farafeni, situada en la autopista Trans- Gambia, justo al sur de la frontera con Senegal, es una importante ciudad comercial, con un animadísimo mercado, lleno de tiendas y almacenes al borde de las dos carreteras que la atraviesa, y punto de encuentro de diversas comunidades los domingos, cuando es su gran día de mercado (Lumu).
Me quedé en el hostal AMRC (>300d.) con baño compartido, aunque las hay mucho más confortable, y caras: con climatizador, baño, o Tv. Es sencillo y amplio, situado en el campung (grupo de viviendas locales o barrio) Ballangan, donde las calles son de tierra o arena, cerca de la estación (garage) de los vehículos de transporte público que se dirigen o pasan por Wassu, mi siguiente destino.
Los vecinos y vecinas suelen estar sentado en las puertas de sus casas bajo algún árbol, charlando o arreglándose el pelo, unas a otras. También son muy amables y curiosos. Ayudan en todo, incluso me han acompañado a diversos lugares para no perderme.
Comer y beber en Farafeni es muy económico. Está lleno de bares y restaurantes locales, también al borde de la carretera. Varios restaurantes -o Takeaway-, sirven comida desde los 60d., tanto para comer ahí o para llevar.

Varias salas de televisión o de interné congrega a los más jóvenes mientras pasan el tiempo entretenidos con sus juegos.